miércoles, 10 de marzo de 2010

La energía nuclear es pura bomba

EL NACIONAL - Miércoles 10 de Marzo de 2010 Estrategia/1

EL GOBIERNO PROMETE DESDE HACE CINCO AÑOS DESARROLLAR LA ALTERNATIVA ENERGÉTICA


La crisis eléctrica no puede esperar los ocho años que tarda en construirse un reactor



JEANNE G. LIENDO P.








" Nosotros vamos a desarrollar nuestra energía nuclear, como la tienen Estados Unidos y Europa, Rusia, China, Brasil y Argentina", aseguró el presidente Hugo Chávez en su programa dominical del 21 de febrero. Insistió en que mediante acuerdos alcanzados con Rusia, se podrá superar la dependencia de la energía producida por los sistemas hidráulicos.

No es la primera vez que el mandatario nacional se ha comprometido a impulsar este tipo de iniciativa. Pero ahora, debido a la crisis por la que atraviesa el sector eléctrico, es cuando se ha hecho más reiterativa su promesa. Lo que nunca menciona el Presidente es que fue durante su gobierno, concretamente en 2001, cuando se desmanteló lo último que quedaba en el país en cuanto al uso de energía nuclear con fines de investigación: el reactor del Instituto Venezuela de Investigaciones Científicas.

Antes de la actual gestión, la decisión de poner fin a la carrera armamentista en el mundo bipolar y una serie de circunstancias inherentes a la política venezolana coadyuvaron a que el gobierno de Jaime Lusinchi eliminara Conadin, Consejo Nacional para el Desarrollo de la Industria Nuclear, que contaba con un equipo de profesionales especialistas en la materia. Fue reducido a una dirección de línea en el extinto Ministerio de Energía y Minas.

(...Viene de la página 1)


El avance se detuvo, pero ahora, en el Aló, Presidente, el primer mandatario reiteró no sólo los planes de desarrollar la energía nuclear, sino que también conminó a Estados Unidos ­que acaba de anunciar la construcción de la primera central nuclear en 30 años- a no volver a interferir en ellos.

"Van a decir que Venezuela va a hacer la bomba atómica.

Que digan lo que les dé la gana; nosotros vamos a desarrollar nuestra energía nuclear", prometió.

Esta no es la primera vez que los átomos rondan los planes del Gobierno. Desde 2005, Chávez ha amenazado con la instalación de esta industria, sin que hasta la fecha se hayan visto resultados concretos, exceptuando la firma en 2008 del tratado con Rusia sobre la cooperación en el área del uso de energía nuclear con fines pacíficos, y la realización de unos vuelos aéreo-geofísicos para comprobar la presencia de uranio en algunas zonas del país.

El ministro de Energía y Petróleo, Rafael Ramírez, señaló la semana pasada: "Estamos trabajando con Rusia, con fines pacíficos, generación de electricidad y medicina".

A juzgar por la opinión de los expertos, la voluntad y los buenos amigos son insuficientes para echar andar el proyecto. Se requiere una política de Estado, una ley para el desarrollo de la energía nuclear y un reglamento de protección radiológica.

Los esfuerzos realizados desde el Conadin en la década de los años ochenta para impulsar esta normativa legal no se concretaron, pese a que Venezuela es un gran usuario de cápsulas radiactivas en la industria metalmecánica, petrolera, de la construcción y en la medicina.

Actualmente, hay más 2.000 usuarios de esta tecnología.

Regulaciones Leancy Clemente, ingeniero nuclear egresado del Instituto Tecnológico de Massachusetts y ex representante de Venezuela ante el Organismo Internacional de Energía Atómica, explica que con el reglamento se estipulan las normas que rigen la actividad relacionada con la adquisición, ingreso al país, nacionalización, transporte, utilización, almacenaje y deposición final de las cápsulas radiactivas y elementos ionizantes.

El experto añade la necesidad de acatar la regulación de organismos internacionales, porque Venezuela es signataria de por lo menos una decena de tratados que rigen la actividad a escala supranacional.

Uno de ellos es el Tratado de Tlatelolco para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe, que establece la desnuclearización (con fines bélicos) de la región.

El segundo, y más importante, es el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, que supone el desarme y el uso pacífico de la energía nuclear.

Clemente, que también fue director del Conadin, agrega que el convenio implica una cesión de soberanía en la medida en que se deben hacer inspecciones periódicas de las centrales nucleares. "Nos comprometemos con un organismo supranacional y de no hacerlo, generará sanciones", agrega. Y es lo que le ha ocurrido a Irán.

"El Presidente ha sido avezado al tocar el tema. Lo ha hecho a su estilo. Pero debe asesorarse bien para que no cause tanta resonancia y cree un ambiente de confianza en este sector, especialmente en el ámbito internacional", señala.

Años y ganas Pero aun aceptando la idea de someterse a las regulaciones internacionales, el Gobierno requerirá de al menos ocho años y una ingente cantidad de divisas para desarrollar esta industria.

La World Nuclear Association indica que en la estructura de costos de producción de 1 kilowatio hora (Kwh) con base nuclear, 58% se va en inversiones.

El tiempo que se toma como referencia es el de Estados Unidos, que por razones burocráticas tarda entre ocho y diez años en levantar una central nuclear y ponerla en funcionamiento, expresa Leancy Clemente. Sin embargo, en otros países donde la industria está más desarrollada, el tiempo se reduce a seis años, como es el caso de Francia, que genera más de 70% de su electricidad con base nuclear.

Avances tecnológicos desarrollados en el MIT disminuirán aún más el tiempo, a cerca de tres años, dice Clemente.

Añade que un reactor nuclear supone una inversión de entre 1,2 y 1,5 millardos de dólares.

El programa nuclear anunciado por Barack Obama, sin embargo, tiene un costo inicial de 8 millardos de dólares para 2 reactores.

Antes de determinar estas variables, es necesario establecer la demanda de energía considerando la nuclear ­con base en un patrón de planificación del sector eléctrico, donde se pueden usar modelos matemáticos desarrollados por el OIEA- y el tipo de tecnología por utilizar, así como su transferencia. No se requiere emplear obligatoriamente aquella con la que se enriquece el uranio, el cual y con características muy específicas podría utilizarse con fines bélicos (concentración de uranio 235 mayor a 80%).

"No podemos seguir quemando combustibles fósiles.

Por cada kilovatio que se produce en una planta diesel se emiten 0,75 kilogramos de CO2", apunta.

Otro aspecto no menos importante es el relativo a la seguridad. "El récord de accidentes en reactores nucleares lo tienen los rusos, recordemos Chernobyl y varios percances con submarinos, porque ellos no aplican las recomendaciones de seguridad del OIEA", recuerda Clemente.

En 1981, Conadin con el apoyo del OIEA logró detectar unas zonas en los estados Cojedes, Bolívar y Táchira donde existen reservas potenciales de uranio. En el Cerro Impacto, también en Bolívar, han sido identificados yacimientos de torio, otro elemento químico que sirve como combustible nuclear, con la diferencia de que no necesita ser enriquecido ni se puede utilizar para construir bombas atómicas.

El programa nuclear de India, por ejemplo, está basado en el torio.

A falta de labor exploratoria, las reservas de uranio y torio no se han podido cuantificar con rigurosidad científica, pero el ex representante de Venezuela ante el OIEA asegura que el volumen alcanza para producir por un siglo 30.000 toneladas de uranio y 15.000 toneladas de torio al año.

La cifra permitiría ­según Clemente- instalar 3 reactores usando torio, con capacidad para generar entre 3.000 y 4.000 megavatios de energía con base nuclear, es decir, entre 13% y 17% de la capacidad actual de generación. La ubicación debe ser en terrenos sismoestables como los llanos o el Macizo Guayanés.

Medido en dólares por kilovatio hora, el costo de este tipo de generación resulta un poco mayor que otras fuentes alternas de energía, como la eólica y la solar, pero es más amigable con el ambiente porque no emite dióxido de carbono, principal causante de los gases con efecto invernadero.

Sin embargo, el desafío de entrar en el juego nuclear mundial en el caso venezolano tiene más de geopolítico, que de ecológico.



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