domingo, 22 de noviembre de 2009

Luz: otra receta cubana




En 2002 ya existía una comisión presidencial para hacer frente a la crisis de energía eléctrica. Los responsables sabían lo que tenían que hacer y en qué había que invertir. Pero se impuso Cuba.

Todos los que podían hacer algo al respecto estuvieron ahí. O enviaron a un representante. En julio de 2002 el nivel de las aguas del embalse de Guri estaba en lo que se conoce como "zona de alerta" y la previsión era que en la época de sequía del año siguiente podría presentarse una verdadera emergencia en el suministro eléctrico nacional. Había que hacer algo ya, les dijeron los expertos en esa reunión del 3 de julio. Había que empezar una racionalización de energía para evitar futuros cortes forzados. Había que hacer tantas cosas. Y no se hicieron.

La actual crisis eléctrica no solo es vieja, sino que podría tener otra explicación más allá de El Niño y del supuesto consumo desaforado de luz del que se acusa a los venezolanos. Estamos donde estamos por un asunto político. En 2002 se tomó una decisión de ese tenor: no habría racionamiento porque el Gobierno no quería asumir el costo de una medida impopular. Se operó en riesgo y se apostó a las lluvias. Y por suerte llovió. Eso dejó las advertencias de los planificadores en letra muerta. Y después vinieron los cubanos.

Miguel Lara fue gerente general de la Oficina de Operación de Sistemas Interconectados, Opsis, el centro que por encargo de Cadafe, Edelca, Electricidad de Caracas y Enelven coordinaba la planificación eléctrica del país. El 3 de julio de 2002 tuvo el honor de hacer la presentación sobre el estatus de riesgo del sector la segunda vez que se reunió la "Comisión Presidencial para la Atención del Riesgo Potencial de Insuficiencia en el Suministro de Energía Eléctrica".

La cita fue en el despacho del entonces vicepresidente de la República, José Vicente Rangel, y entre la concurrencia destacan en la minuta del día Diosdado Cabello, Alí Rodríguez Araque, Francisco Rangel Gómez (CVG), Álvaro Silva Calderón y Nervis Villalobos por el Ministerio de Energía y Minas, y la plana mayor de las empresas eléctricas.

"El diagnóstico que presentamos indicaba que de seguir la tendencia de ese entonces íbamos rumbo al colapso", explica Lara. Ese año las aguas de Guri bajaron hasta la cota 248 msnm (metros sobre el nivel del mar), suficiente para declararse en emergencia. Y era posible que en los primeros meses del siguiente descendiera hasta 240, con lo que el centro generador de 60% (hoy es 70%) de la electricidad que se consume en el país resultaría tremendamente afectado.

"Lo indicado era hacer racionamiento y arrancar una serie de acciones y soluciones estructurales para lo que venía. Pero ya desde noviembre de 2001 el Gobierno había adoptado una política de riesgo: no importaba en qué condiciones estuviera el sistema, la opción de racionar estaba negada. Era una forma de encubrir la crisis. Ese tipo de prácticas se convirtieron en rutina. Y esa política poco responsable es la verdadera causa de los grandes apagones que hemos tenido".

Al menos Francisco Rangel Gómez y Álvaro Silva Calderón, entonces presidente de la CVG y ministro de Energía y Minas, respectivamente, ya habían escuchado la historia que les contaba el Opsis. Y tanto sabían que el 21 de marzo de 2001, el propio Rangel Gómez le advirtió a Jorge Giordani que el despacho de Planificación y Desarrollo debía tomar en cuenta el eventual déficit en la producción de energía.

En comunicación escrita el presidente de CVG le explicó a Giordani sobre "elevados niveles de riesgo" en este aspecto para 2002 y 2003 y le expresaba su preocupación por los retrasos en "los programas de mantenimiento, recuperación y repotenciación del parque de generación térmico" que debía incrementar su potencial para suplir cualquier falla en el sistema hidroeléctrico.

Y dijo: "Todo indica que hay una alta probabilidad de que se presenten racionamientos adjudicables a la insuficiencia del parque de generación, algo que ya se había superado desde la década de los años 60".

Evidencias de que todo el "alto gobierno" estaba al tanto del riesgo inminente hay muchas. Incluso en junio de 2002 el comité ejecutivo de Opsis envió un informe a los despachos de Rangel -a la cabeza de la comisión presidencial encargada de afrontar la crisis-, Silva Calderón, Tobías Nóbrega, Ramón Rosales, Alí Rodríguez Araque, Francisco Rangel Gómez y Nervis Villalobos insistiendo en la necesidad de tomar medidas que, en líneas generales, tenían que ver con concluir las obras iniciadas, ampliar la capacidad, descentralizar el sector, cobrar las deudas del propio Estado con las empresas eléctricas, combatir el robo de energía y desarrollar acciones y campañas de racionalización y ahorro energético.

Y nada de eso -o casi nada- se hizo. Hasta que vino el ejemplo que Cuba dio.


Volver, volver

"Esta crisis estaba predicha desde 2003", asevera Víctor Poleo, quien fue director general de Electricidad del Ministerio de Energía y Minas entre 1999 y 2001: "Pero hay que agradecer al Gobierno que no ocurriera antes. Y me explico: gracias a que no se materializaron los proyectos anunciados de nuevas refinerías, de transporte masivo, ni las ciudades fabuladas de Guayana y gracias a que se redujo la actividad de las industrias básicas y el parque industrial en general cayó en cerca de 50%, la crisis eléctrica no llegó antes".

Miguel Lara coincide, aunque sus cálculos eran un poco más optimistas: "Yo la esperaba entre 2010 y 2011. Pero sí, la crisis no es más grave porque esos grandes proyectos no se hicieron y por la reducción de actividad en las industrias básicas".

Ambos afirman que en 1999 el escenario de crecimiento de la demanda era de entre 3,5% y 5%. Y, de hecho, entre 1998 y 2008 creció en 5 mil 497 megavatios mientras que la oferta instalada se incrementó en solo 3 mil 458 megavatios, lo que se traduce en una oferta real disponible de 2.420 megavatios, de los cuales, más de 405 corresponden -en el papel- a generación distribuida.

Esa es la esencia de la receta cubana. En el ALÓ PRESIDENTE del 21 de septiembre de 2008, el propio Chávez contó que fue Fidel Castro quien le hizo ver la luz del camino a la revolución energética: se trata, en primera fase, de centrales de generación termoeléctrica que consisten en pequeñas plantas de 15 megavatios conectadas entre sí y que funcionan con diesel, uno de los combustibles más caros del mercado internacional.

"¿De dónde llegaron estas plantas?", celebró Chávez en ese programa: "Ustedes no lo van a creer a lo mejor, de Cuba. Porque Fidel instaló a lo largo y ancho de Cuba cientos, miles de estas plantas, la revolución energética, él me la explicó con lujo de detalle".

El asunto es claro: "Quiero agradecer a Fidel, que fue el primero que me habló de esto, 'Chávez, mira'. Y luego hicimos el convenio. El convenio de todas estas plantas de generación distribuida, así se llama, que hoy estamos inaugurando una de ellas, son 21 en total, plantas, por aquí tenemos, para completar mil megavatios en todo el país". La información oficial es que el día de hoy hay 28 unidades de generación distribuida en 22 poblados con capacidad de 405 megavatios.

Hay que entender que Castro también le explicó a Chávez el tema de los bombillos: "53 millones de bombillos. ¿De dónde llegaron esos bombillos? De Cuba, que Fidel tiene una fábrica allá, esa fue la fase primera, la residencial".

El marco para este -y otros tantos- intercambios entre Cuba y Venezuela es el convenio de cooperación firmado el 30 de octubre del 2000, que fue ampliado el 14 de diciembre de 2004 y en el que ya se habla de tratos en materia de energía y hasta de uso de satélites. Esos enunciados de buena voluntad se concretan en negocios directos entre la Unión Nacional Eléctrica de Cuba y Cadafe a través de un contrato para el "desarrollo de la Infraestructura Eléctrica en Venezuela" que involucra una gruesa suma de millones de bolívares fuertes que los cubanos estarían por cobrar incluso sin supervisión de ejecución de los trabajos, de acuerdo a un documento que espera la firma de Corpoelec.

¿Cómo entender el panorama? "El Gobierno sabía lo que tenía que hacer y en lugar de eso, buscó a los cubanos", señala Poleo: "Con esas planticas habaneras no se solucionará la crisis". Ese mecanismo -que sí funciona en la Cuba rural- celebrado con alborozo por el Presidente es similar a lo que existía en la Venezuela del siglo XIX, antes de la creación de Cadafe en 1960.



Oscuro paradigma

Cuba estrenó tecnología el miércoles 14 de enero de este año: la central eléctrica Habana 220, que consiste en 24 motores a fuel oil enlazados para producir 60 megavatios. Eso es parte de la "nueva" revolución energética que se sustenta en la generación distribuida y que prevé culminar en 2011 la instalación de 57 equipos que producirán 1.753 megavatios. ¿De dónde saldrá el gasoil?

Esa tecnología, cuya renovación empezaron a adoptar como política nacional el año pasado, es la que de inmediato decidió importar el Gobierno de Venezuela, junto con los bombillos ahorradores que impuso Cuba en 2007 en el marco de un programa de ahorro que se ocupó incluso de revisar hasta los hornos de las pizzerías y que establece sanciones a empresas que no cumplan con los patrones de consumo responsable.

La generación distribuida es el "nuevo" paradigma en una Cuba que hace rato que conoce lo que es vivir a oscuras y en la que el diario Granma intenta hacer pasar como ocurrencia cosas como la decisión de que los alumnos de escuelas lleven las facturas de luz de sus casas para comparar y establecer en cuáles hogares logran mayores índices de reducción en sus consumos.

También reflejan como actitud digna del pueblo la vigilancia del consumo de energía en los pequeños talleres y comercios: se establecen acuerdos -dicen que no son forzados- para reducciones que serán verificadas mes a mes. Y, claro, también participan los comités de Defensa de la Revolución supervisando el derroche de luz de los vecinos.

Que en una isla como Cuba, pequeña, semirrural y azotada por huracanes, funcione la generación distribuida es cosa comprensible, tiene que funcionar porque más de 40% de su energía eléctrica depende de ese sistema. Pero en Venezuela no lo es tanto. "Eso no estaba en ninguna de las proyecciones de la industria", señala Víctor Poleo: "Aquí los cubanos están haciendo más líneas de transmisión de las que han podido hacer en Cuba en 50 años. La verdad es que para salir de la crisis el sector eléctrico debe ser descubanizado y desmilitarizado y debe ser operado por verdaderos profesionales. Las fallas en electricidad no se pueden maquillar".

Para Poleo la crisis venezolana será aún más profunda: "En diez años no han culminado las plantas que debían. Pero ahora además tenemos problemas en la distribución. Y esa es otra área que están haciendo los cubanos, quienes terminarán subcontratando y llevándose el dinero del país".

Oscar Medina* /
EL UNIVERSAL Caracas, 22 de Noviembre del 2009

viernes, 13 de noviembre de 2009

Advierten relajo del Estado en manejo de crisis eléctrica

Ciudad Guayana, Viernes 13 de Noviembre de 2009

Correo del Caroní

viernes, 13 de noviembre de 2009

El diagnóstico del trance energético que vive el país ya ha sido esbozado por los actores del proceso, aunque uno de ellos, el Estado, se niega a admitir su responsabilidad en los trabajos no ejecutados a tiempo, lo cual precipitó la dependencia del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) a la producción en el Bajo Caroní, y esto a su vez a factores no controlados por el hombre, como el fenómeno climático. Las consecuencias de la falta de planificación saltan a la vista: apagones nacionales, averías en unos estados más que otros, mal servicio.

Natalie García
ngarcia@correodelcaroni.comngarcia@correodelcaroni.com Esta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla
Foto William Urdaneta
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El sistema de energía basado en la producción hidroeléctrica se ve afectado por los cambios climáticos

La ineficiencia del sector eléctrico implica un riesgo para la seguridad de la Nación, porque sin energía suficiente no hay empleos, calidad de vida, desarrollo y todo aquello necesario para que la población pueda subsistir con dignidad humana.

Así lo advierte el ingeniero José Manuel Aller, profesor de la Universidad Simón Bolívar (USB), quien sostiene que la crisis actual tiene dos años, pero ha sido escondida sin ser atendida eficientemente pese a que muchos conocedores del tema alertaron sobre la situación, mucho antes del gran apagón que dejó en evidencia lo que estaba sucediendo.

Aunque el Gobierno nacional, y el recién creado Ministerio de Energía Eléctrica, se empeñen en intentar calmar a los venezolanos, afirma Aller que la realidad va más allá de las medidas y los pronunciamientos dejando en evidencia que el panorama futuro es incierto. Para este ingeniero eléctrico de amplia trayectoria, es difícil creer que en el 2010 se alcanzarán las metas previstas.

“El problema es que eso lo decían en el 2008, y pasó el 2008, se va el 2009 y es poco lo que han hecho. Claro que no es que no vayan a hacer lo que dicen, pero yo tengo mis dudas. Es tan enredado el asunto que si no quiebra por un lado, quiebra por el otro y ya hemos visto que cada día hay más máquinas desincorporadas en Guri, en Planta Centro, Tacoa no tiene gas y está quemando gasoil… y si llega la sequía del 2010 en marzo, abril y mayo el problema será peor, se agudizará”.

La deficiencia energética está íntimamente relacionada con la falta de plantas térmicas para suplir la demanda, pues el sistema reposa sobre la fuente hidroeléctrica que suministra entre un 70 y un 73 por ciento de la energía del país.

Peligro latente
Lo anterior ocasiona que la generación dependa de los niveles del lago de Guri, y si estos bajan por ende disminuye la producción en Guayana, poniendo en “jaque” al resto del país, en especial el Occidente donde más debilidades hay.

“Lo que tenemos hasta ahora son promesas, la probabilidad de que lo que se está diciendo no es verdad, que sucedan más eventos (apagones), que saquen más potencia del sistema (racionamiento) es bastante probable”, destaca Aller con tono poco optimista.

“Evidentemente si el Gobierno tiene suerte y logra realmente que las obras, que tienen cuatro años de retraso, entren en funcionamiento podría ser que el año 2011 no sea tan crítico, pero puede que no sea así”, recalcó.

El ingeniero eléctrico sostiene que “el ahorro es la salvación” el cual combinado con otras medidas puede tener un impacto importante que permita a la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec) una suerte de lapso de gracia para resolver y ponerse al día con la ejecución de los proyectos.

No obstante, eso no se podrá ver en los próximos 4 meses porque la demanda empezó a bajar gracias que el clima ha sido complaciente y hace menos calor, trayendo esto como consecuencia menor consumo de los aires acondicionados, y el resto de artefactos para mitigar los efectos de las altas temperaturas.

Efectos tardíos
Resalta el profesor que “el problema se va a empezar a plantear en marzo, abril, mayo del año que viene y allí vamos a ver si es verdad que entraron o no entraron las cosas que dijeron que estarían listas”.

Sumado a la insatisfacción de la demanda energética y al aumento del consumo, se añade otra variable importante que pone en riesgo la economía de Guayana y del resto del territorio. Explica Aller que las empresas básicas, más temprano que tarde, deben ser transformadas en compañías de menor consumo y mayor rentabilidad, porque si su consumo sigue como en la actualidad los riesgos de que el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) colapse son mayores.

“Las empresas básicas fueron construidas bajo unas premisas de que en Venezuela la energía era abundante y gratuita, de hecho si nosotros no tuviéramos durante los años anteriores a las empresas básicas del aluminio y el hierro, toda la energía que se producía en Guri se hubiera desperdiciado”.

Pero los años anteriores no volverán y el “excedente de energía” que había para abastecer a las empresas ya no existe, lo que obliga a replantear su consumo, inclusive su razón de ser.

“No tenemos suficiente energía, no hay suficiente capacidad instalada, no hay una serie de capacidades de transmisión y el hecho de consumir 3 mil o 4 mil megavatios en la zona de Guayana significa un riesgo de seguridad de Estado. Hay que reconvertir algunas empresas que consumen altas cantidades de energía, o que son muy ineficientes y hay que hacer una inversión fuerte para que el recurso energético sea utilizado de una mejor forma”, plantea Aller como una solución.

Futuro energético
En otros países donde la naturaleza no es tan generosa con el recurso hídrico las industrias usan combustibles fósiles como el coque, y no la energía eléctrica. Venezuela requiere cambiar sus esquemas de producción para que la energía “barata” que emplea sea utilizada adecuadamente permitiendo mayores ingresos y más beneficios colectivos.

“Si se quiere ver a largo plazo con más razón tenemos que empezar a repensar algunas empresas, de modo que sean rentables sin un consumo tan excesivo. Ese es un reto que tenemos por delante, y es a mediano y largo plazo porque no podemos dejar que este tipo de crisis se vuelva crónica, estructural porque ponemos en peligro todo lo demás”.

“Estas son cosas que están afectando la seguridad del Estado, la seguridad de las personas, la estabilidad en el trabajo, los modos de producción del país, o sea que nosotros tenemos que pensar en esto. Tener deficiencia de energía eléctrica tiene impactos mucho más importantes de lo que la gente se pueda imaginar”.

Laboral en un hilo

El sector eléctrico no sólo presenta una crisis operativa, también están los problemas de índole laboral que hoy día están concentrados en la discusión de la convención colectiva única que amparará a los 33 mil trabajadores de la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec).

Estos empleados, a través de los sindicatos y las federaciones, negocian con el Estado desde hace un año las mejoras socioeconómicas, pero motivado a diferencias de criterios la aprobación de la normativa laboral no se concreta.

Con la creación del nuevo Ministerio de Energía Eléctrica las voces de reclamo por esos beneficios laborales se acallaron hasta este 11 de noviembre, fecha fijada por los dirigentes sindicales para esperar una oferta del funcionario designado para este cargo, el ex diputado Ángel Rodríguez.

El tiempo pasó y aún no hay respuestas. Claro está que la resolución de la crisis operativa para brindar quietud a todos los venezolanos pasa por un escenario de paz laboral y una mística que permita hacer todo lo necesario para reducir las fallas.

En manos de la corporación y el ministerio está el ponerle fin a la negociación y dar el visto bueno a lo ya acordado en el contrato único del sector.

Medidas necesarias

El experto energético José Manuel Aller presenta nueve medidas que -según él- de ser aplicadas el Sistema Eléctrico Nacional (SEN) puede ser recuperado poco a poco.

- Convocar a los técnicos más capaces del país a una mesa de discusión de acciones concretas y acordes con la situación actual.

- Desarrollar un plan nacional de ahorro energético eficaz, donde se sensibilice a la población, incluyendo también el ahorro de agua y combustibles que requieren para su producción el uso de energía.

- Adelantar en una hora la hora legal del país para permitir un menor consumo de electricidad.

- Reconvertir las industrias básicas de Guayana en empresas productivas de bajo consumo de energía.

- Recuperar la inversión en el sector con un sistema tarifario justo y con acciones concretas para reducir los consumos clandestinos.

- Exigir que las compañías paguen las multas a los consumidores por las fallas en el servicio, porque si eso es así las empresas deberán disminuir sus problemas y mejorar el servicio.

- Invertir lo que se dejó de invertir en el sector eléctrico, que son más de 18 mil millones de dólares.

- Hacer un seguimiento gerencial detallado de los cronogramas de ejecución de las obras. Que los ciudadanos hagan contraloría.

- Reestructurar todas las empresas del sector eléctrico, recuperando cierta mística de excelencia y servicio que muchas de ellas tenían en el pasado.

- Descentralizar y privatizar quizás la distribución y concentrar la generación y transmisión de energía.