domingo, 20 de febrero de 2011

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Domingo 20 de Febrero de 2011
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RES PÚBLICA

República ¿solar?




ELÍAS TORO


El desarrollo de energías alternas generaría ingresos adicionales sobre los US$ 13 millardos anuales por la exportación de petróleo que no se consumiría en el país ARCHIVO Â
S osteníamos en nuestra nota anterior que Venezuela goza de ventajas excepcionales para dar los pasos decisivos hacia la sustitución de la energía fósil por las llamadas fuentes renovables y apurar así el fin del ya decrépito ciclo centenario del petróleo.

La intensísima radiación solar que reciben los doscientos mil kilómetros cuadrados de nuestros llanos centrales y los potentes vientos alisios que soplan sin pausa a lo largo de nuestro litoral Caribe, constituyen, en efecto, "yacimientos" de energía primaria mucho más importantes, por inagotables y limpias, que los hidrocarburos.

También tratábamos de significar que adoptando estas fuentes renovables como base de nuestra vida productiva, recibimos con ellas el don para conjurar los dos más importantes peligros que acechan el futuro de nuestro país: la dictadura en ciernes y el riesgo de depauperación asociado a la cada vez más estrecha dependencia del petróleo que ella ha provocado justo cuando, como por sarcasmo, la multisecular era de la combustión del carbono parece estar tocando a su fin.

Porque es cierto que estas dos fuentes: sol y viento, no pueden ser sometidos, no más que el aire que respiramos, a designio hegemónico alguno, como sí ha ocurrido con los hidrocarburos obtenidos de un subsuelo cuyo control es de común arrebatado "constitucionalmente" a la voluntad popular.

Por estas razones, y para evitar que la demagogia y el populismo pongan un nuevo aprendiz de autócrata en el poder seis años más tarde, quien quiera que resulte electo en el 2012 por las fuerzas democráticas tendrá que asumir el liderazgo de tan fundamental cambio.

Pero, reconocida su importancia para la salud de la República, habría que preguntarse, ¿es tal cambio hacedero dentro de plazos razonables, es decir, antes de que las consecuencias del fin del petróleo nos alcancen? La respuesta es, desde luego, afirmativa, aun cuando supone un serio compromiso con una acción de gobierno que contempla dos grandes fases conjugadas: la primera A) con duración de quizá tres o cinco años, cuya meta será la de resolver la crisis de suministro eléctrico creada por la incompetencia del régimen, recurriendo no a los hidrocarburos, sino al sol y el viento, proyecto que puede escoger entre ­o combinar­ las cuatro más importantes tecnologías hoy disponibles (sin menoscabo de otras opciones); y con la nada desdeñable ventaja de que su puesta en funcionamiento no acarreará erogación de recursos por parte de la Nación ya que abundan capitales internacionales interesados en financiar tales proyectos.

Lograda esta meta se trataría de alcanzar un ritmo sostenido de expansión de la producción para satisfacer el aumento "natural" de la demanda, pero, sobre todo, para atender a aquella otra, cuantiosa, que será añadida por la B) segunda fase del programa, a quince o veinte años de plazo, que contempla la sustitución progresiva y/o adaptación a tracción eléctrica de los cuatro y tantos millones de vehículos involucrados en el transporte terrestre del país; para lo cual se cuenta, por un lado, con una industria global ya preparada para producir de inmediato vehículos enteramente eléctricos, y, por el otro, con el ya estable mercado mundial de dispositivos de transformación estandarizados por marcas, para cambiar a electricidad los vehículos convencionales de modo de prolongar su vida útil más allá del agotamiento del petróleo.

Ambas acciones, que como veremos deberán ser complementadas con la ampliación y adecuación de la red nacional interconectada, terminarán por ahorrar al país la quema de unos setecientos mil barriles diarios de combustible refinado y subsidiado, cuya colocación en el mercado externo al conservador precio de $ 50 por barril, produciría un incremento anual de la renta petrolera del orden de los trece y medio millardos de dólares, cantidad suficiente para saldar sin sobresaltos la irresponsable deuda pública contraída por el gobierno y para dotar a las Universidades y centros tecnológicos de recursos para nacionalizar oportunamente las tecnologías involucradas en el cambio.

En la siguiente entrega pasaremos revista de las tecnologías de conversión disponibles y de las ventajas del motor eléctrico para el transporte.


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