martes, 2 de febrero de 2010

El Gobierno ha cambiado 96 millones de focos desde 2007 La luz blanca avanza en las tardes

EL NACIONAL - Martes 02 de Febrero de 2010 Ciudadanos/1

Empleados públicos que trabajan en horario reducido dedican el tiempo libre a poner bombillos ahorradores de energía



JUAN CARLOS FIGUEROA
jcfigueroa@el-nacional.com



Los bombillos tradicionales se usan también para mantener caliente la comida. Los ahorradores no ofrecen esa ventaja WILLIAMS MARRERO


WILLIAMS MARRERO










Se mueven en grupos de cuatro o cinco personas. Van de puerta en puerta por las calles de Santa Teresa, en el centro de Caracas, y tratan de convencer a los vecinos de que los dejen entrar a sus casas. El horario en el que cumplen esta labor es en las tardes de lunes a viernes. No llevan consigo ningún producto o mensaje para predicar. Su oferta es otra: cambiar bombillos nuevos por viejos.

Alrededor de 300 funcionarios del Ministerio de Educación Superior, junto con integrantes de 8 consejos comunales, rondaron desde la semana pasada esa parroquia para sustituir focos incandescentes por ahorradores. Con esta actividad, realizada en el marco de la misión Revolución Energética que el Ejecutivo realiza desde hace tres años, esperan reemplazar un total de 20.000 bombillos en un mes.

Wanda Martínez trabaja en la Dirección de Desempeño Estudiantil del ministerio. Desde hace algunas semanas su horario, al igual que el de muchos empleados públicos, fue reducido hasta la 1:00 pm en un intento del Gobierno por contrarrestar la crisis energética. Sin embargo, no todas sus tardes quedaron libres.

Así como Martínez, más de 600 trabajadores de ese ministerio fueron convocados a alistarse para cambiar bombillos en las tardes y aprovechar el tiempo laborable. La participación, según explica la mujer de 29 años de edad, es voluntaria y a cada funcionario le corresponde 1 o 2 días a la semana.

A Martínez y a su compañera Rosalía Yusti les fue asignado los martes.

Ambas llegaron después de la 1:00 pm a la plaza La Concordia, lugar donde la coordinadora de la jornada, Omaira Fermín, dicta instrucciones.

"¿Todos saben diferenciar un bombillo ahorrador de uno incandescente?", se asegura Fermín antes de dejar ir a los presentes. "Los de luz amarilla son los incandescentes y los de luz blanca son los ahorradores", le explicaba un joven a una anciana que se mostraba confundida.

Acto seguido, todos se dirigían a un camión a buscar una caja de bombillos, no sin antes firmar una lista de asistencia. Martínez y Yusti se unieron a un colega del ministerio y a una mujer integrante del consejo comunal de El Hoyo. Se llevaron tres cajas, cada una con 20 unidades. A los pocos minutos estaban tocando puertas entre la esquina Hospital y Miracielos.

Puertas cerradas. "No entiendo por qué algunas personas se niegan a cambiar los bombillos", decía Martínez luego que su equipo fue rechazado en los dos primeros lugares que visitó. Ambos eran locales comerciales y la respuesta fue la misma: "No está el dueño. Mejor no, gracias". "La gente no entiende que se trata de un problema mundial", señaló Yusti.

Martínez llevaba puesta una franela rosada, pero era una de color rojo la que iba a usar esa tarde. "No me la puse porque no quería que me dijeran: `¿Una chavista? Fuera de mi casa".

"No se trata de algo político, todo es por la emergencia mundial", insistía Yusti.

Un vendedor de empanadas fue el primero en aceptar el cambio. "Estoy claro, estoy claro", respondía Alexis Manjarrez a la explicación sobre el operativo. Dos minutos después hasta el bombillo de su calentador de empanadas era nuevo. "Pero creo que a mí no me va a funcionar", decía al rato con preocupación.

"No me va a calentar bien las empanadas".

El siguiente lugar fue un edificio de tres pisos. El sitio fue tomado ilegalmente hace un año por 25 familias. Al conocerse que se trataba de un operativo de cambio de bombillos no hubo puerta que no se abriera.

Ahorradores vs. incandescentes. "Aquí hay tres bombillos nada más", decía Lourdes de Silva, la representante del consejo comunal. Luego de la indicación el procedimiento era el mismo: Martínez sacaba los bombillos nuevos, Yusti hacía el registro en una planilla y luego los instalaban.

Un requisito es indispensable: entregar el bombillo viejo. No importa la altura o lo complicado para bajarlo.

Para regalar uno ahorrador tienen que quedarse con el incandescente.

Yorbellys Parras, vecina del edificio, estaba complacida.

"Es buenísimo. Espero pagar menos luz". Es la primera vez que usa un bombillo de estos.

"Nunca los he comprado porque son carísimos".

"¿Y sólo traen bombillos?", gritaba otro residente del lugar. "Son buenos, aunque a un vecino se les quemaron los que les pusieron ayer", decía una señora que preguntaba si había repuestos.

Poco a poco cada uno de los apartamentos pasaba de verse con luz amarilla a blanco azulado. Transcurrida una hora, el equipo había cambiado más de 40 incandescentes. Al final de la jornada eran más de 70.

A las 4:00 pm todos regresaban al punto de partida y en bolsas negras depositaban todos los bombillos cambiados.

Corpoelec se encargaría luego de gestionar el reciclaje. "Todavía falta mucho. Se trata de un problema mundial", seguía repitiendo Yusti antes de retirarse del lugar.



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