Tal actitud contrasta con la asumida por el gobierno frente a la oferta realizada por Colombia de ayudarnos en el mismo sentido: Hubo rechazo de entrada y, al momento de escribir esta nota, hay el recelo propio de quienes temen se potencie el ridículo que están haciendo. La verdad es que el solo ofrecimiento del vecino país da cuenta no solo de la decadencia venezolana de los últimos 11 años, en contraste con el apogeo colombiano; también refleja el sistema de apartheid que el totalitarismo chavista ha impuesto en nuestro país, pues es un hecho que la energía proporcionada por Colombia estaría destinada a mejorar la situación eléctrica de los estados Táchira y Zulia, regiones a las que el ponchao trata como naciones enemigas.
La diferencia de aproximaciones ante el plausible ofrecimiento colombiano y la grosera farsa cubana, desenmascara totalmente al régimen. Claramente, no hay una política seria y coherente dirigida al mejoramiento del sistema eléctrico, ni la voluntad de restablecer la calidad de vida del venezolano. Hay sólo perversas jugadas políticas destinadas a separarnos del sistema de libertades imperante en el mundo occidental y a someternos a los sórdidos designios de la decadencia castrista. La carencia en los servicios es otra pieza (de fundamental importancia) en este proceso de cubanización.
La pasión de Chávez por Fidel va más allá del idilio amoroso de un ser humano por otro y se ha convertido en una fórmula para asegurar la miseria de todo nuestro país. Nada extraño, sin embargo, pues fue ese el procedimiento inventado por los comunistas para mantenerse en el poder por décadas. Es obligación histórica y urgente de los venezolanos, y en especial de la Fuerza Armada, rechazar de la manera más contundente y efectiva la cubanización de nuestro país. No se trata sólo de la luz, sino de la dignidad y de nuestro futuro.
viernes 19 de febrero, 2010
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