domingo, 10 de enero de 2010

Oscuridad al mediodía

Siete Días

SIMÓN ALBERTO CONSALVI
sconsalvi @el-nacional.com

" Por disposición del ciudadano Presidente de la República, de ahora en adelante y hasta el año 2021, los días comenzarán al mediodía". No es una blasfemia imaginar que ésta haya sido la doctrina oficial que dio fundamento a las disposiciones del decreto según el cual se ordenó que los centros comerciales de todo el país abrieran a las 11:00 de la mañana y cerraran a las 9:00 de la noche.

No cabe duda de que se trata de una decisión genial. No es que los días desaparezcan por arte de magia, no, se trata de algo mucho más sutil. La gente no lo entiende y, peor todavía, los medios distorsionan todo con su obstinación conspirativa hasta el punto de convertir políticas tan inteligentes en escarmiento a la sociedad.

Los cerebros que conducen a las ovejas venezolanas hacia el "socialismo del siglo XXI" sorprenden día tras día con sus designios. Por lo pronto, reducir al mínimo las horas de trabajo, de modo que la gente tenga más tiempo libre para dedicarse al estudio del marxismo-leninismo y a grabar los programas de Aló, Presidente y discutirlos en grupos de estudio es uno de los objetivos que inspiraron este decreto.

Pobres de espíritu aquellos que no comprenden que la revolución bolivariana no se propone otra cosa que la felicidad de todos. ¿Qué mayor felicidad que dormir hasta las 10:00 de la mañana? ¿Qué mayor felicidad que dejar el trabajo a las 9:00 de la noche? Cuán difícil resulta que la gente termine de entender los humanistas propósitos de la revolución bolivariana que claramente se propone la creación del hombre nuevo. Sólo a los intrigantes de oficio se les puede ocurrir invocar la novela Oscuridad al mediodía de Arthur Koestler. Ni como metáfora, ¡señores! Aquella fue una novela que relataba con estupor los horrores y los crímenes de José Stalin, escrita por quien había sido comunista y no supo comprender que para llegar a la felicidad de las masas muchos deben morir. Koestler no lo entendió y se convirtió en un enemigo de Stalin. Estos son los riesgos de la revolución.

Que ahora en Venezuela tengamos oscuridad al mediodía no tiene nada que ver con Stalin. Nuestra oscuridad es de otra naturaleza, aunque sea oscuridad. ¿Por qué tanta preocupación por el cierre paulatino de los centros comerciales? Si admitimos que con el desarrollo de las ciudades se fueron convirtiendo en el corazón de la vida cotidiana, no es menos cierto que son expresión cabal del régimen capitalista y, en consecuencia, incompatibles con el "socialismo del siglo XXI". Ahí está la clave, y no le busquen cinco patas al gato. Que para la progresiva desaparición de esas vitrinas del capitalismo donde se explota a la gente, algunos individuos tengan que quedarse sin trabajo y se clausuren infinidad de servicios (incluidas dependencias oficiales de institutos y ministerios), no se crea que fue una imprevisión del Gobierno, ni menos ignorancia, como se empecinan en difundir los enemigos de la revolución a través de una campaña de rumores y falsos testimonios.

El Gobierno sabe perfectamente que en esos centros capitalistas hay servicios médicos, consultorios de odontólogos, de psiquiatras, universidades, librerías, salones de belleza, gimnasios, bancos, cafeterías, restaurantes, sastrerías, barberías, automercados, tiendas de ropa, galerías de arte, oficinas de profesionales, juegos, zapaterías, talleres, joyerías, fruterías, kioscos, panaderías, ventas de aparatos radioeléctricos, y todo lo que cabe en una guía telefónica. El Gobierno sabe que la vida de las ciudades, grandes o pequeñas, de Caracas o de las regiones, está en los centros comerciales, y, por consiguiente, nadie debe ser tan cándido en pensar que este decreto se orienta simplemente a ahorrar energía.

¿Supone usted, acaso, que el Gobierno y sus iluminados ministros ignoraban que miles y miles de venezolanos quedarían desempleados, o que su número irá creciendo fatalmente a medida que los negocios vayan quebrando? Esos venezolanos no son más que apóstoles del consumismo, porque si la gente consume, lo ha dicho con claridad el jefe de la revolución, es porque hay quienes les vendan, engañen y especulen.

A esos agentes del capitalismo había que darles una lección.

También en el imperio hay millones de desempleados, ¿por qué no podemos tenerlos aquí? ¿Hasta cuándo, carajo, repetimos que el Gobierno necesita pobres porque caería sin ellos? Antes le quitaron una hora al día. ¿Por qué pensar que el Presidente no sabe lo que hace? Ahora le quitó varias horas. La gente que comenzaba a trabajar a las 8:00 de la mañana tendrá que hacerlo a las 11:00, casi a la hora de almorzar. No se dan cuenta de que están ahorrando el desayuno.

El "socialismo del siglo XXI" los hará felices. Enceguecidos, los conjurados no comprenden que mientras más horas le quiten al día más rápido llegaremos a 2021. Respire profundo. ¡Uh! ¡Ah! Patria, socialismo o muerte.

EL NACIONAL - Domingo 10 de Enero de 2010 Siete Días/7

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