miércoles, 6 de enero de 2010

La luz

Nitu Pérez Osuna //

Me perdí algo. Al leer lo de las restricciones de energía eléctrica que el Gobierno mandó a ejecutar me sobresalté. ¡Claro! Me había quedado en el discurso de que éramos un importantísimo país de grandes reservas energéticas. Me atasqué en la discusión acerca de si era bueno regalarle o no una pila de plantas de energía a los países más solidarios con el Alba… y de repente leí que no teníamos electricidad. ¡Na'guará! Es decir… el país rico que regala electricidad a los menos pudientes… pareciera que no tiene electricidad para los de aquí. Mi primera reacción fue la de incredulidad…hasta que fui literalmente sacada del Sambil de Margarita ante el eventual cierre ordenado. De entrada, me percaté de dos reacciones: 1) las dependientas de varias tiendas lucían muy contentas ante el notición de que estarían en sus casas más temprano. A la par, los dueños de los mismos establecimientos advertían que si el cierre de año ya de por sí había sido muy malo… pues ahora el 2010 sería peor. Algunos anticiparon que procederían a revisar gastos, nóminas y personal. Más allá, un comerciante árabe confesaba que había hecho mucha plata con el gobierno de Chávez… pero que ya estaba bueno de cambiar reglas de juego. Exclamó que a la falta de dólares preferenciales había que sumarle el problema en las aduanas, los elevados costos de operación, los aumentos de las obligaciones laborales… y ahora este problema de reducir la jornada de trabajo para tapar una imprevisión gubernamental; 2) los muchachos, que andan de vacaciones están MUY MOLESTOS. Eso de no poder ir al cine sino hasta las 6:30 pm… o no poder "rumbear" en los principales sitios que se encuentran en su mayoría en los centros comerciales, donde además se sienten más seguros…. los tiene simplemente molestos. Y qué decir de los taxistas que ya se han dado cuenta de que habrá menos gente saliendo y, por ende, menos potencial cliente. Finalmente, la gente más humilde ya se sabe gravemente afectada por la medida. Y es que la mayoría de los visitantes a los malls caraqueños son precisamente ellos, quienes disfrutan estando un poco más seguros dentro de "los templos del capitalismo" como le gusta a Chávez llamar a los centros comerciales, que en las inmediaciones de su casa. Es allí donde pasean, se comen un helado o una bala fría en las ferias y disfrutan hasta tarde durante los fines de semana ya que es mejor estar allí que exponiendo la vida en las cercanías del barrio. Como se verá… es un leñazo para todos.

Guerra sí… pero contra el hampa.

La Asamblea Nacional anda discutiendo una posible agresión militar a Venezuela desde Colombia. La verdad es que si eso fuera cierto, ya estamos perdidos, porque ni energía hay en este país, eso sin contar que nuestras Fuerzas Armadas no cuentan con la adecuada preparación física de sus oficiales, ni con el apresto necesario para hacer frente a unos militares que tienen cincuenta años librando una guerra contra la guerrilla narcoterrorista a quienes han venido reduciendo en su territorio a punta de estrategia. Yo no quiero ningún tipo de incursión bélica en mi país y estoy segura que el pueblo variopinto venezolano, tampoco. Tengo la impresión que los colombianos de a pie se sienten más seguros con los logros que en seguridad y defensa ha logrado el gobierno encabezado por Uribe, y desean la paz en su territorio y con sus vecinos, así que los únicos que hablan de ese supuesto enfrentamiento, como si lo desearan, son los rojos, rojitos de este lado, quienes buscan con la alarma de guerra, nuclear en torno a Chávez a un pueblo cansado de tanta diatriba inútil, de tanta incapacidad e ineficiencia. La única guerra que todos deseamos y aupamos, es contra el hampa y la delincuencia que tantas vidas útiles se ha llevado en la última década. Plomo al hampa, es el grito de guerra que quisiéramos escuchar los venezolanos.

pereznitu@gmail.com
EL UNIVERSAL Caracas, Martes 6 de Enero del 2010 Secc. OPINION

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