viernes, 8 de enero de 2010

Fluorescentes

Una regulación europea llegó para acelerar la utilización de bombillos incandescentes o "lámparas ahorrativas". Esta regulación establece que los bombillos desaparezcan gradualmente del mercado entre el 1/09/2009 y 2016.

La decisión llegó en un momento adecuado, puesto que las "lámparas de Edison", como son conocidos los bombillos incandescentes, son altos consumidores de energía: convierten apenas 5% de la utilizada en luz, con una pérdida de 95% en forma de calor. En Venezuela se tomó una decisión similar a fines de 2006. Para septiembre de 2007 se habían sustituido cerca de 52 millones de bombillos con un ahorro de 2.000 megavatios de electricidad.

Un bombillo funciona con un bulbo lleno de gas inerte, en el medio del cual se coloca un pequeño alambre de tungsteno,
por el que flu- ye electricidad que calienta el alambrito hasta que éste irradia luz visible y luz infrarroja. El problema: la alta pérdida de calor. Por ello los bombillos fluorescentes son más eficientes. Llamados erróneamente de neón, los tubos fluorescentes fueron inventados por el físico Heinrich Geissler en 1857, 20 años antes de que Thomas Edison presentara su bombillo.

Las "lámparas ahorrativas", como también son conocidos los bombillos fluorescentes, son tubos miniaturizados y optimizados que contienen una carga eléctrica que proviene del brillo de átomos de mercurio. La luz que se origina se combina con sustancias luminiscentes en el interior de la pared del tubo.

Pero no son eternas, y en algún momento hay que desecharlas, razón por la cual deben ser aclarados sus efectos sobre el ambiente cuando se tiran libremente.

Su contenido luminoso es de aproximadamente 7 mg de mercurio, por lo que hay que preguntarse, una vez culminada su vida útil: ¿a dónde va a ir todo ese metal pesado y venenoso? La población debe ser consciente de que la disposición final de estas lámparas no pueden ser los depósitos donde se coloca la basura doméstica. Hay que imaginarse el daño que puede causar el desecho de 52 millones de bombillas para 2011: la cantidad de mercurio en ellos equivale a cerca de 364 kilogramos.


Por ello se hace necesario que los ciudadanos conozcan los procedimientos establecidos en las leyes y normas que rigen el manejo de sustancias, materiales y desechos peligrosos.

Hay que evitar que el mercurio que contienen llegue al suelo y a las aguas subterráneas. Deben ser depositados en contenedores especiales.

Su disposición debe ser libre de costos y realizada responsablemente por los ciudadanos, y el Estado debe responsabilizarse por su adecuado destino.

RAFAEL E. GARCÍA rfgartzia@yahoo.de

EL NACIONAL. Caracas, 8 de Enero del 2010 OPINION

No hay comentarios:

Publicar un comentario