jueves, 14 de enero de 2010

¿En cuál bloque es que estoy yo?

A oscuras

El racionamiento eléctrico se vivió en la capital en medio de la confusión

¿Si la luz no se fue ni a medianoche ni a las ocho entonces es seguro que se va a ir ahora al mediodía? ¿Por qué la luz se fue en la mañana en todos los comercios de la avenida Sucre entre Gato Negro y Nacimiento pero la barbería Yalfred permanecía iluminada como si nada? ¿Y cómo es que el restaurante El León (La Castellana) tenía una mitad prendida y otra apagada? ¿Por qué esos postes de luz de Los Jardines de El Valle siguen prendidos en plena luz del día? Periodista, dígame, ¿En qué bloque, en qué zona estoy yo?

La confusión fue total en Caracas en el primer día de racionamiento eléctrico. Ni la gente entendió muy bien el cuento de los bloques ni tampoco el cronograma se cumplió a cabalidad. Al final, la gente se encomendó a la práctica más que a anuncios oficiales o páginas de Internet: si hoy me la cortan de ocho a doce, entonces significa que lo mismo sucederá en lo próximos meses un día sí y otro no.

A muchos de los habitantes de la parroquia Santa Teresa, por ejemplo, les hizo muy bien no haber leído los detalles del plan, pues allí se especificaban dos horarios y ninguno se cumplió: las zonas I y II (en ningún lado se explicaba a qué lugares, esquinas o calles correspondía cada zona) sufrirían un corte entre las 12:00 a.m. y las 4:00 a.m., mientras que la zona III vería interrumpido su servicio eléctrico entre 8:00 a.m. y 12:00 m. Al final toda la parroquia sufrió el apagón a la misma hora, la única que no previeron: entre 12:00 m. y 4:00 p.m.

Lo mismo sucedió en Montalbán, urbanización que en teoría se quedaría sin servicio eléctrico en la madrugada pero que finalmente fue racionada en el horario de 8:00 a.m. a 12:00 m.

Una zona, dos realidades
Era previsible que el racionamiento se diera a medias en ciertas parroquias pues eso se había anunciado, pero nadie anticipó que algunos centros comerciales se apagarían por la mitad, como sucedió en el Centro Plaza o en el Propatria. Incluso ocurrió que en un mismo local (El León, en La Castellana) la luz se fue pero sólo a medias: no tenían energía para prender el aire pero sí las luces. En Palo Verde había cuadras con luz y otras sin luz, lo que causó extrañeza entre comerciantes y residentes. La situación se repitió pero en quintas y edificios de la urbanización: las primeras sin servicio eléctrico y los segundos como si nada.

José Manuel Aller, experto enérgetico, explicó que las urbanizaciones no necesariamente coinciden con un mismo circuito y esto explica que una cuadra permanezca iluminada y la otra a oscuras. "Ser vecinos geográficos no necesariamente implica serlo también en términos eléctricos". Por su parte, Javier Alvarado, presidente de Corpoelec, pidió paciencia.

Misterios del racionamiento
A las once y media de la mañana, en Los Jardines de El Valle la señora Nermis de Gamboa corría a desenchufar su nevera "por si acaso" el racionamiento era al mediodía, y no entendía por qué los postes públicos permanecían encendidos. Y mientras muchos estuvieron exonerados porque sus hogares estaban cercanos a clínicas u hospitales, en Lomas de La Trinidad tuvieron doble mala suerte, pues les cortaron la luz dos veces, primero nueve horas entre 12:00 y 9:00 a.m. y luego entre mediodía y 3:40 p.m.

Con Caricuao sucedió algo curioso: usted puede leer el cronograma para atrás y para adelante y en ningún lado se va a conseguir con el anuncio de racionamiento en la UD2 o en la UD5. Pero el hecho de no aparecer en una lista no quiere decir que esos sectores no sufrieron cortes eléctricos. Pero también de manera dispareja: en el bloque 7 de la UD2 no había luz a las 11 a.m., pero sí en el 3 y en el 4. Cerca de allí, en el barrio El Onoto, la luz fue cortada en un horario totalmente inesperado: se fue poco después de las diez de la mañana y volvió diez minutos antes de las doce del mediodía.

¿Otro misterio sin explicación? En el edificio Bancaracas, La Castellana, la luz se fue a las 12m, igual que en los alrededores, pero volvió a la una de la tarde; mientras que en las edificaciones vecinas debieron esperar hasta las cuatro.

La perplejidad irá disminuyendo a medida que cada quien aprenda sus horarios, pero el primer día se notó que la ciudad estaba viviendo el primer racionamiento de su historia.

Javier Brassesco
EL UNIVERSAL. Caracas, 14 de Enero del 2010 p.

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