viernes, 29 de enero de 2010

Autocracia sin energía



- Jorge Sánchez Meleán /Economista -

Desde 1958 hasta 1999, con sus virtudes y defectos, Venezuela instauró y perfeccionó una democracia que logró conformar ocho gobiernos civiles consecutivos, con alternabilidad de partidos en el poder gracias a elecciones libres, con resultados aceptados por todos, en medio del mayor pluralismo y representación proporcional de las minorías. Fueron hechos sin precedentes, que se convirtieron en ejemplo para América Latina. Desde 1999 hasta hoy, esa democracia se ha convertido paulatinamente en una autocracia, donde gobierna una sola persona que concentra todos los poderes del Estado y los ejerce en forma ilimitada. Esa autocracia además es militar, sin pluralismo y se burla de la alternabilidad en el ejercicio del poder. Se cree, además, predestinada y única intérprete de nuestra historia. Es violenta, ineficiente e irresponsable.

Para muestra un botón. La democracia civil tuvo la sabia visión de aprovechar el potencial hidroeléctrico de Venezuela para generar energía, pudiendo así exportar más petróleo. Construyó el Guri I, Guri II, Macagua I y II, verdaderas proezas civiles. Para 1999, el consumo nacional de energía eléctrica alcanzaba a 78 mil 784 GWh. En 2006 alcanzó a 110 mil 420 GWh, pero como no se hicieron obras de generación y distribución posteriores a 1999, el crecimiento del consumo se ha soportado en la capacidad lograda por los gobiernos de la democracia civil. De las 81 represas de Venezuela, 69 (85%) fueron iniciadas y terminadas por los gobiernos democráticos. A la última, Macagua II, Rafael Caldera la denominó 23 de Enero, como homenaje a la democracia civil.

En cambio, la autocracia militar ha paralizado todos los proyectos eléctricos contemplados en el plan existente para el año 2000. El régimen actual se ha burlado de la planificación eléctrica y ha desprofesionalizado al sector, malversando los recursos destinados a él, que deberían duplicarse cada 15 años. Tenemos entonces una autocracia incapaz de generar energía eléctrica, que ha sustituido la planificación seria por arrebatos dominicales del “niño terrible” de Miraflores, que se cree dueño del poder, de las vidas y del destino de los venezolanos. Padecemos una autocracia sin energía, que en medio de la oscuridad nos está haciendo ver con mayor claridad el cambio radical que necesita el país.


LA VERDAD, Maracaibo - 29/01/2010


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